Mientras
que los diabéticos se dan cuenta de las complicaciones que pueden surgir al consumir
alcohol, aun así, todavía hay quienes desean tomar el riesgo.
Pero
¿Qué implicaciones tiene la ingesta de vino? ¿Que riesgos potenciales se pueden
asociar al control de la glucosa?
Lo
cierto es que cundo se consume con moderación, lo más probable es que no
existan problemas. La palabra clave es
moderación.
El
problema no está en tomar una copa de vino, sino definir claramente cuanto
contiene una copa. Es decir, existen
diferentes tamaños de copas, por lo cual es muy ambiguo referirse en términos de
una copa, más bien podemos hacer referencia a una porción de cinco onzas como
tamaño estándar.
Una
porción de cinco onzas al día es aceptable para fines de consumo. Existen otros
aspectos que deben tomarse en consideración:
El
vino tinto contiene un poco más de calorías que el blanco por lo que si usted
es sensible a la ingesta calórica esto también tiene que ser analizado. También
debe recordar nunca consumir vino sin comida.
El
vino, como cualquier otra forma de alcohol, debe ser ingerido junto con la
comida. De lo contrario, el contenido de azúcar causará estragos en los niveles
de glucosa hasta aproximadamente una hora después de la ingestión.
Esto
es importante para aquellos que desean socializar con una copa de vino en la
mano. Tomar una copa está bien, siempre y cuando se ingieran alimentos junto
con ella con el fin de minimizar los efectos.
Si se
lo está pasando bien y está considerando la posibilidad de tomarse una segunda
copa, asegúrese de vigilar de cerca sus niveles de glucosa y hacerle saber a un
amigo lo que quiere hacer.
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