Hablamos de obesidad cuando una
persona acumula grasa corporal en exceso. Más allá de una cuestión estética, la
obesidad supone un problema de salud, al ser el origen de multitud de
enfermedades.
De hecho, la medicina la considera como una enfermedad
crónica cuya incidencia, según los datos de la Organización Mundial de la
Salud, está aumentando en todo el mundo y seguirá haciéndolo en los próximos
años.
Además, según las evidencias científicas de los últimos
años, se conoce que el tejido adiposo del paciente con exceso de peso está
hipertrofiado, especialmente el tejido adiposo visceral (grasa abdominal). Esta
hipertrofia o aumento del tamaño de los adipocitos desencadena un proceso
inflamatorio celular llamado LIPOINFLAMACIÓN, que conduce a un estado
inflamatorio crónico en este tipo de pacientes.
La principal consecuencia de la
lipoinflamación es la alteración del metabolismo de los
carbohidratos que favorece el aumento del depósito de grasas y, por tanto,
favorece o incrementa la
obesidad. La lipoinflamación también interfiere en las
señales que regulan el apetito, disminuyendo la sensación de saciedad y
aumentando la sensación de hambre, lo que hace que la persona siga comiendo y
aumentando su tejido adiposo.
Dos enfermedades asociadas:
Entre las enfermedades que se derivan
de la obesidad está la diabetes tipo 2, que se caracteriza por el aumento
de los niveles de azúcar en la sangre. Con el paso del tiempo, este incremento
de azúcar puede afectar a distintos órganos, provocando dolencias de tipo
cardiovascular y neurológico. Con el aumento del número de personas que padecen
obesidad, también aumenta el de las personas que padecen diabetes tipo 2.
Dada la relación entre ambas enfermedades, cada vez son
más las personas que, como consecuencia de su obesidad, acaban padeciendo
diabetes tipo 2 y viceversa. Por este motivo, desde hace unos años, en el
ámbito sanitario se ha comenzado a utilizar un nuevo término para denominar la
coincidencia de ambas enfermedades en la misma persona: Diabesidad.
El modo de hacer frente a la Diabesidad se basa en dos
objetivos principales:
1.- Perder peso, sobre todo
reduciendo el perímetro de cintura (PC).
2.- Mejorar los niveles de azúcar en
sangre.
Para alcanzar ambos objetivos es necesario cambiar el
estilo de vida. Esto significa iniciar una dieta adecuada y aumentar la
práctica de actividad física, pero con el apoyo del coaching (apoyo
psico-emocional) que nos ayude a reforzar la confianza en nuestras
posibilidades de afrontar este reto con éxito.
Por otro lado, dado que tanto la obesidad como la
diabetes son enfermedades crónicas que necesitan control médico, la persona con
Diabesidad también debe contar con el apoyo de un doctor especializado. Sólo él
es el indicado para establecer la forma más adecuada para reducir el peso
y mejorar los niveles de azúcar en la sangre.
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